Afrontamos una segunda y última semana de campaña electoral apasionante. Apasionante en los dos sentidos que se le pueden aplicar aquí. Por una parte, porque los candidatos (que no candidatos y candidatas) apelarán a nuestras emociones más básicas para conquistarnos, y por otra, porque es la particular pasión de quienes estamos metidos en la política y/o la estudiamos desde una perspectiva más académica. Debate el lunes, debate el martes, y esta semana solo acaba de empezar.
En cifras del CIS, el 10 de abril había un 40% de indecisos. Más allá de la veracidad de este dato, no por la forma de obtenerlo que tenga el CIS sino más bien porque podrían ser abstencionistas o gente con el voto claro que prefiere no compartirlo y a la que probablemente la campaña no convenza; hace más necesario que nunca hablar de política. ¿Más? Sí, más aún.
En este contexto, nace un movimiento ciudadano apoyado por Spanish Revolution, una de las iniciativas impulsoras del 15M. Con su lema “ante la abstención, ilusión”, invita de la mano de ilustradores e intelectuales a votar por la iniciativa política que más nos convenza.
No es cosa menor, o, dicho de otra manera, es cosa mayor.
Palabras de nuestro admirado Mariano Rajoy. (Cómo se le echa de menos, Mariano…)
En estas elecciones, nos jugamos más que nunca. Ante una situación política dividida en dos bloques, uno en la izquierda que aspira día a día a refundarse y a ser un ave fénix que nace y renace pero nunca termina de nacer pero que últimamente esperanza, esencial para combatir el abstencionismo; y una derecha que, me van a perdonar la expresión, intenta decir la barbaridad más grande a cambio del “ a ver quien mea más lejos”, con un Albert Rivera en horas bajas y unos Abascal y Casado midiéndose la españolidad en llenos de mítines, unos más políticos y discretos, otros más emocionales y exagerados. En palabras de Carlos E. Cué, un PP desmadrado; votar se hace casi imprescindible. Más que un derecho, es casi una obligación moral.
Constituidos alrededor de una página en Facebook, una cuenta en Instagram y una cuenta de Twitter, y usando hashtags en común como #VotaPorFavor o #VotaCoño, intentan convencer mediante gifs y contenidos creativos varios al votante de que la abstención no es la solución. No al menos aquí, en unas generales donde nos jugamos mucho. Donde nos jugamos casi todo.
En palabras de uno de los gestores de las cuentas, además de la preocupación les mueve la esperanza. No la de cambiar el voto de la ultraderecha, que les preocupa, pero ya está decidido, sino de combatirla abstención de parte de la izquierda que no ve representados sus valores de izquierda más pura y que por tanto se abstiene, lo que ha permitido gobiernos muy conservadores.
Queremos concienciar a los posibles abstencionistas de izquierda, que vean que nos jugamos muchísimo, que quizás hay que dejar los ideales más puros guardaditos una temporada y pensar más en el bien común y en los grupos sociales más vulnerables.
Si quieres votar por correo, aun estás a tiempo. ¿Vas a dejarlo escapar? Vota, por favor. Vota, coño. El domingo, no te quedes en casa.
Para ampliar: «Vota, por favor»: diseñadores e ilustradores se suman para movilizar a los abstencionistas