Termina 2019. No la década, según los expertos. Así que los concienzudos análisis de qué ha significado, de mejores cosas de cada año y demás las dejamos para finales de 2020, que somos muy épicos y siempre gusta.
2019. El año de la evolución
Hay etapas de la vida, épocas en las que sentimos que no evolucionamos. O bien que hemos llegado donde estamos y estamos a gusto, o bien que estamos estancados y que cambiar o no cambiar, crecer o no crecer tampoco es cosa nuestra. El año 2018 fue uno de esos. El 2019, todo lo contrario.
Es y no es, al final. Crecer no es solo crecer, cosa de que cambie el tiempo; sino también cosa de sensaciones, de sentimientos y pensamientos. Y el final de año siempre es un buen momento para reflexionar sobre el año que termina.
El 2019 ha sido un año de evolución. 2018 no lo fue tanto. Fue un año de inicio maravilloso y de fin horrible que contagió al primer trimestre de 2019.
Ha sido un año de descubrir. De no dejar de aprender. De descubrirme. De conocer un montón de gente. Ironizaba conmigo mismo y es cierto, prácticamente todos los meses he conocido a gente nueva y es algo que me alegra profundamente.
Un año en el que he superado varios itos. A principios me prometí, como uno de esos propósitos que te haces y a ver si cumples, que sería el primer año de trabajo. Y reto cumplido. Este verano hice varias colaboraciones con navilens. Una tecnología increíble, no por haber trabajado con ellos, que también, ya lo pensaba de antes; que ya conocía y que ya pude ver en acción. El único pensamiento que me viene es que una pena no tenerla en más sitios, porque trabajar con ellos me hizo (y me hace hoy en día) seguir pensando donde sería una buena solución de accesibilidad. Y son muchos, varios y variados. Además, me permitió conocer gente muy interesante y aprender bastante en este sector creciente que es la accesibilidad. Nada más destacable a este nivel más allá de un montón de entrevistas infructuosas. Un par de parecía que sí, un par de contactos esperanzadores a futuro y alguna que, con todo el dolor de mi corazón, tuve que rechazar. Además, he mejorado mi perfil de LinkedIn, uno de mis pequeños tesoros que trato de mantener actualizado como una forma de mantener mi currículum y mostrarlo de cara a nuevas ofertas. Para 2020 espero trabajar, sí, pero de continuo y de forma estable. Uno de mis itos, en algún momento, es comprarme un piso. Complicado con los tiempos que corren, y sobre todo para los jóvenes. Pero soñar es gratis, ¿no? Y desde luego el primer trabajo es una vía de ingresos estable. Desde luego no espero un futuro ambicioso que empieza conmigo ganando un sueldazo de la ONCE, aunque ya podría tocarme 😉.
A nivel intelectual, poco destacable en la universidad. No, por suerte, en otros ámbitos. La URJC, sus aventuras y sus desventuras. Ha cambiado mi forma de entender lo que estudio, como lo estudio y los problemas de accesibilidad con los que me encuentro. Intenté cambiar la forma de comunicar a los profesores mi discapacidad, para hacer en su lugar o duplicar el trabajo de la unidad de discapacidad, no lo sé. Detallarles más ha servido, en concreto, de nada. Buena intentona, pero enviarles un correo electrónico con las necesidades que tenía, los problemas con los que podrían encontrarse al impartirme ciertas asignaturas y como solucionarlos, visto lo visto, no ha servido de nada. Seguiré enviándolo, pero mi gozo en un pozo. Una pena, pensándome en el otro lado creo que un documento escrito donde alguien me detalla sus necesidades, problemas y soluciones es un buen soporte a la educación de esa persona. Suspendemos una más de alguien que no quiso entenderme ni tampoco hizo por. Los números, su accesibilidad y yo son quizá el obstáculo más grande de mi carrera.
Además, hice un curso de ofimática bastante interesante, promovido por Fundación ONCE. En él conocí gente muy interesante (compañeros que se convirtieron en amigos y posiblemente el profe con más vocación al que haya conocido nunca), aprendí un montón, encontré nuevas barreras para una persona ciega y, sobre todo, pensé. En las discapacidades que había. En las soluciones para esas personas. En el reto que significa ser profesor y en los profesionales válidos que hay en el mundo y que no valoramos lo suficiente. En lo vocacional que es lo de enseñar. Ojalá esa dedicación en mi universidad, en serio.
Tuve el honor de participar en una iniciativa, promovida por ONCE en conjunto con diverbo, que posiblemente haya sido lo que más inglés me ha enseñado en mi vida. No considero que mi nivel haya aumentado exponencialmente, es decir, quien va con buen nivel a un pueblo inglés de Diverbo es porque lo lleva de casa y quien va con uno malo probablemente no lo mejore; pero allí gana fluidez, aprende nuevo vocabulario y, sobre todo, a expresarse. Si de algo me sirvió esta iniciativa que, si es por su éxito, indudablemente ONCE repetirá, fue por la soltura que gané. Ha hecho algo fundamental en mí a la hora de hablar un idioma, que es quitarme la vergüenza. Hablaba inglés, sí, pero con miedo, sin fluidez. Creo que, en buena medida, reto superado. A este nivel planeo, para 2020 o cuando sea, certificarme el inglés, intentar certificarme el valenciano y empezar a aprender italiano. A ver qué de esto acabo haciendo :D.
A nivel de aficiones he recuperado varias. He vuelto a leer bastante, como antes. Y a escribir aquí. Me hace bien, disfruto y es cierto porfolio que presentar en el futuro. ¿Qué sabes hacer? Tenga usted esto, espero que le sirva.
A nivel personal ha sido un “bien pero”. He conocido muchísima gente. Eso ha sido indudablemente bueno. Gente que ha venido, gente que se ha quedado, que se ha ido, gente con la que he dejado de hablar y gente con la que he vuelto a hablar. No sé, de verdad, si decir que ha sido un balance positivo o negativo. Sí creo que ha sido un año importante en cuanto a sentar ciertas bases a nivel social pero no acabo de estar satisfecho con esto. En cualquier caso, no lo empecé triste y lo acabo feliz, por ahí ya puedo darme con un canto en los dientes. He encontrado nuevos y buenos amigos, y creo que debo quedarme con esto. Lo dicho. Veamos qué trae el nuevo año.
Me he vuelto a mudar. Sí, otra vez. A un piso más grande, más nuevo y más soleado. ¡Y más cerca del metro! Aunque más lejos del resto del mundo. Para quien conociera el antiguo de Ciudad Lineal esto es un absoluto avance. Tenía la broma con mi amiga Lucía de que el piso nuevo me va a dejar sin amigos. ¡Es increíble hasta donde se extiende la periferia de Madrid! Cerca de la universidad. Cerca del centro de recursos de la ONCE. Y bastante lejos de todo lo demás. Bien comunicado, por suerte. Me quejo, pero a medias y bajito. Por el camino, descubrí lo piratas que pueden ser las agencias inmobiliarias por partida doble. ¿No querías alquiler? Toma dos tazas.
Por último. Me llamaron para rellenar documentación de cara a irme a Estados Unidos a por un perrete. Os lo conté. Espero que sea pronto, ansioso estoy. De momento la única confirmación que tengo es el OK de Leader Dog, es decir, que recibieron mi documentación.
Por el camino estoy aprendiendo a hacer radio. Me surgió casi de casualidad empezar un programa en Radio URJC con el que estoy contento. No por las cifras, que no controlo, pero el nulo feedback me da alguna pista; sino por lo que estoy aprendiendo. Y por el entretenimiento que me da, también hay que decirlo.
A nivel político ha sido el año del todo mal. Dos elecciones generales, que han dado con un desastroso resultado como son cuatro generales en cuatro años; unas autonómicas y locales y una entrada de la ultraderecha en las instituciones que lo impregna todo. Ha sido el año del 8M hiper masivo, de hablar abiertamente en Twitter de la salud mental, de seguir desarrollando los movimientos LGTB o de hacer pedagogía del Satisfyer, y del violador eres tú; y también de una ultraderecha desatada cuya entrada en las instituciones ha legitimado que trajeran al debate público cosas ampliamente aceptadas como la violencia de género o la solidaridad con los menores extranjeros que han llegado a nuestro país sin protección, popularizando y criminalizando su etiqueta de MENAS.
Para NVDA.es, la comunidad de NVDA en español ha sido un buen año. Un añazo. Veremos qué nos trae el 2020, pero del 2019 solo podemos decir cosas buenas. No buenas, realmente muy buenas. para muestra, un botón. Un equipo increíble, una comunidad cada vez más activa y creativa y, en definitiva, un conjunto de factores que animan a seguir trabajando por este lector de pantallas.
He vuelto a mi escucha de podcasting. He descubierto alguno muy muy bueno (tengo pendiente publicaros una lista de los que escucho), y he encontrado un nuevo TOC en mi agenda de contactos. Una obsesión que me está llevando a etiquetar a todo el mundo con nombres y apellidos. ¡Y lo bien que me entiende Siri al pedirle que llame a alguien!
De camino a 2020 quiero seguir actualizando esta web con la regularidad con la que lo he estado haciendo. Iré a por el perro, bastante probable, seguiré conociendo gente, aprendiendo, ojalá trabajando en un futuro espero que bastante inmediato, leyendo, escuchando, emocionándome, comiendo bien y descubriendo nuevos y buenos sitios donde hacerlo, hablando, viajando en la medida de lo posible, enamorándome, por qué no; y, en definitiva, expectante. Veamos qué nos trae este próximo año. He empezado un podcast del que ya os hablaré, gracias a unos amigos que tengo que no me merezco. Debo ser que he hecho algo, o varios algos, y me regalaron una mesa de mezclas por mi cumpleaños, así como un micro y unos cascos. Un pack de podcasting. Esto me ha llevado a hacer un podcast que espero que os interese igual que lo que me interesa a mí hacerlo. O varios, por qué no. Estoy volviendo a mi afición por el audio y creo que, esta vez, de forma fructífera. Me veo con ganas y esas ya son importantes, ¿no?
Me he propuesto también ser más constante con todo. No tener 80 cosas entre manos y no hacer ninguna porque se me olvidan la mitad. De momento, para organizarme las tareas, estoy utilizando el Calendario del iPhone. Me parece una combinación buenísima con el del Mac. Seguro que no será la mejor forma, pero sí es con la que más me aclaro y, desde luego, apta para manazas. O, dicho de otra manera, más simple que el mecanismo de un chupete. Quizá me ponga con Asana, pero creo que la filosofía es otra. Y que es una buena combinación.
Por último, me propongo llegar a más gente. Que este blog, sus artículos o los podcasts que me ponga a producir tengan gente al otro lado. Que los disfrute, o que no, que me diga qué les gusta, qué no y qué mejorarían.
¿Me dejo algo? Seguro. Muchos algos. Pero una turra de más de 2000 palabras creo que está genial para algo que empezó siendo un desahogo y un “a ver dónde me lleva esto”. De camino, perder una tarde de estudio de derecho administrativo 😉.
Felices fiestas. Feliz año nuevo, si no escribo antes de 2020. Gracias por estar ahí, al otro lado. Nos seguimos leyendo el año que viene. Besades y abraçades per tothom!