2020, un año en el que he tenido suerte

¿Qué tal? Feliz navidad y entrada de año. Termina 2020 y, esta vez, sí, una década. ¡Y vaya década! ¡Qué evolución!  El año pasado hice un repaso de mi año. Este año me propongo repasarlo de nuevo, pero de forma mucho más pormenorizada. Concretamente por meses. Creo que es una buena forma de organizar lo que he estado haciendo y lo que me ha quedado por hacer. Así que esto estoy escribiéndolo el 12 de febrero. Y por algo muy importante y mucho más terrenal. Porque sino, probablemente, olvide muchas cosas de las que me pasaron estos meses. Así que los resumiré al final.

2020 ha sido el año del parecía que sí en muchos sentidos. El año del Coronavirus, sí, pero también, y más allá de la pandemia, el año del trabajo, del casi perro guía, de estrenar la casa de la playa, de Lucía, de Andrés tanta gente tan importante, y de tantos y tantas amigas nuevos, perdidos, de bases sociales asentadas y establecidas. Un año que, pese a lo malo, guardaré como bueno porque hay que saber cuando uno está bien.
El año del COVID, por supuesto. Pero también el año en el que trabajé y en el que me sentí realizado con ello, en el que migré a Spotify, me cambié de portátil o de móvil y aprendí que el hogar lo construye uno y la ubicación, si estás a gusto, da igual que sea en un edificio decimonónico rehabilitado del centro de Madrid que en un piso cualquiera de una urbanización cualquiera de cualquier PAU de las afueras.

¿Vamos?

Los inicios

Empecé el mes de enero y por tanto el año con una gente que no esperaba en absoluto. Me quedé más o menos sin plan a mitad de diciembre y me surgió uno algo improvisado con uno de mis mejores amigos desde la infancia y amigos suyos que resultó ser un éxito tanto de cena como de compañía. Disfruté muchísimo con ellos y esto me demostró como de bueno puede ser un plan con el que no cuentas. Aprovechando mi regreso a casa por navidad vi a más amigos de la infancia (saludos para Alejandro y Ángel) y, por tanto, empecé muy bien el año.

Terminó la primera convocatoria, ordinaria, de enero, de mi 3º curso de la Universidad Rey Juan Carlos. Obtuve muy buenos resultados y fue muy satisfactorio. Y por fin ¡el ecuador de la carrera! Tras sudor, sangre y por suerte pocas lágrimas, hubo unos números en el portal de alumnos de la URJC que decían que tengo media carrera terminada y que, por tanto, puedo hacer prácticas externas.

Empecé un cuatrimestre desalentador. Con un profesor que no llegó hasta febrero y muchos otros que hicieron el cuatrimestre mucho más intensito que el anterior. De repente nos vimos con mil trabajos y mil asignaturas de políticas y tan solo una de periodismo.

Lo del perro y el trabajo

Y, por último, pero no menos importante. Me llamaron de la FOPG para informarme de que me iba a EE. UU a por un perro guía en marzo. Fue un mes de empezar a darle vueltas, pensar y dar aún más vueltas. Valorar como llevarme dinero, teléfono, enchufes… y también de conocer a mis compañeros/as. Con la suerte de irme con uno de mis mejores amigos y con bastante gente conocida.

Publiqué en Esplai una entrevista muy interesante tanto por su temática como por su repercusión, por la que os agradezco infinitamente de nuevo.

Por último. Continué con la sección de vivir a ciegas, actualizándola con un artículo muy demandado sobre como nos movemos y llegamos a lugares desconocidos siendo ciegos.

Una vez conocidos mis compañeros de aventuras, o desventuras en Estados Unidos, esperaba que aventuras, naturalmente; durante el mes de febrero recibí toda la documentación para viajar. Billetes, requisitos de documentación y equipaje y ciertas recomendaciones en el ámbito sanitario. Tramité el ESTA y así llegué a mitad de mes sorprendiéndome con que quedaba un mes. ¡Un mes para irme! Increíble pero cierto.

A principios me llamaron para ofrecerme unas prácticas. Llevaban pendientes desde hacía tiempo y pude por fin empezarlas. De nuevo en el mercado laboral. ¡Eeeesssaaaaa! Una enorme cantidad de buenas noticias en muy poco tiempo.

Me incorporé a Ilunion la penúltima semana y ahí se inició un ciclo de aprendizaje diario y continuo. Mi día se repartía a partes casi iguales entre la universidad, en Vicálvaro, las prácticas en la Concepción (ay, los ratos infinitos de espera al 122…) y si sobraba tiempo, mi piso en Las Rosas. A cambio dejé de entrenar goalball. ¡Y como se echaban de menos esos aperitivos tras los entrenamientos!

Se cumplieron 4 años, el 26, de la muerte de mi abuelo Paco. Cuatro años ya. Yo estaba en 1º de bachillerato y por supuesto sin prever lo que vendría. Ay, abuelo. Si tu vieras como hemos cambiado.

Y terminó cobrando mi primera nómina, y, ¡me quedaban dos semanas justas para empezar mi curso de usuario de perro guía.

El (puto) COVID

Marzo fue lo que nadie quisiéramos que fuera. Esto lo estoy escribiendo a mitad y seguro que luego vemos que fue menos problemático o que supimos estar a la altura. O, todo lo contrario. El mes del parecía que sí.

Las dos primeras semanas estuve celebrando comidas y cenas. No a tutiplén, pero despidiéndome de mi gente de cara al casi mes que iba a pasar fuera. ¡Ni que hiciera falta una excusa para quedar a cenar!

El Coronavirus siguió haciendo de las suyas y lo que muchos optimistas creíamos una gripe a la que dábamos la justa importancia, se acabó convirtiendo en una pandemia. Vinieron mis padres a verme, fue uno de los 8M más raros en los que estuve y a partir de la mitad fue todo a peor. Lo que no eran ni 1000 contagiados en España se convirtieron, en una semana, en más de 3000. En solo 1000 en la Comunidad de Madrid con cerca de 1000 muertos en toda España. En más de 100000 en medio mes.

Por supuesto el vuelo a Estados Unidos, a Rochester en Michigan, para recoger el perro guía, se quedó suspendido en estambay. Trump bloqueó los vuelos desde Europa a Estados Unidos y viceversa y, por tanto, no pudimos ir a por el perro en las fechas que teníamos previstas.

Visto esto, creí que la mejor decisión era coger un tren e ir a confinarme en casa de mis padres en vistas a que tenía teletrabajo forzoso y a que no me iba a ir a Estados Unidos.

Durante el mes de abril, no hubo mucho que contar. El estado de alarma volvió a alargarse y nos confinó todo el mes en casa, resistiendo. Por en medio la vida mundana siguió y tuve que elegir si me quedaba en las Rosas o volvía un poquito a la civilización.

Tras tres semanas de confinamiento la URJC no había sido capaz de crear un plan de contingencia en condiciones. Nadie sabíamos como reaccionar y algunas empresas estaban más adaptadas que otras. Pero, desde luego, los planes de la Universidad Rey Juan Carlos y la nula formación en recursos TIC del profesorado hizo de este cuatrimestre uno caótico en el que el teletrabajo hizo que se dejaran de respetar horarios y días no lectivos. Con todo y con esto, las exigencias eran no solo iguales, sino superiores a las que hubiéramos tenido de haber estado físicamente allí, y los medios para llevarlas a cabo mucho más precarios.
La tele docencia se convirtió en una lista de deadlines imposibles, de saltarse las guías docentes y de profesores que apenas hicieron acto de presencia. De exigir mucho dando poquísimo.

En poco tiempo se nos cebó a trabajos para mayo y, aunque se amplió el calendario de evaluaciones de la universidad, los profesores querían verano, igual que nosotros. Y se nos pidió un calendario imposible para tratar de cumplir los plazos precorona.

Además, la derecha comenzó la campaña de derribo al gobierno que había estado fraguando. En momentos de debilidad sabemos que aparecen los buitres, y nuestra derecha patria, manifestaciones multitudinarias por YouTube mediante, alagó la aparición de cadáveres en portadas de periódicos para “mostrar las victimas del gobierno de Sánchez” y, en lugar de estar a la altura, emplazando cierta estabilidad nacional a nuevos pactos de la Moncloa, intentó condicionar su acuerdo a “que el gobierno dimitiera”. Sí, el gobierno. En bloque. La política del sujétame el cubata en su máxima expresión.

Los nuevos cacharritos, lo de la vivienda y la desescalada

Vendí el iPhone 8 para comprar un iPhone SE, que acababa de salir; y, por último, dijeron que los niños podrían empezar a salir a la calle a finales. Confinados, sí, pero un poquito menos.

Y entre trabajos, mil entregas y varias fechas imposibles, llegó mayo. Alargaron, de nuevo, el estado de alarma y descubrimos las fases de salida de Sánchez, híper claros, por supuesto. Seguimos resistiendo, y aguantando, y cada vez más cansados. Saliendo a dar paseos, a comprar, a peluquerías y a… poco más. Alargaron el teletrabajo en mi empresa hasta septiembre y terminó el curso universitario.

Los ensayos con los que se justificaron nuestras notas fueron una mezcla entre pocas ganas, mucho cansancio y aún más desesperación.

Me dieron la fecha de mi final en Ilunion, con mucho tiempo aún por delante para poder seguir aprendiendo. Fecha que, a finales de mayo, cuando escribo; espero que no sea de un final, sino de un nuevo comienzo como asalariado. Toquemos madera.

Vendí el MacBook Pro de 2015 que tenía, porque me surgió la oportunidad; y compré un MacBook Air de 2020 por muy poco más del dinero que tenía disponible para estos gastos y, finalmente, terminó el mes.

¿Recordaremos junio como el mes del paso a la “Nueva Normalidad”? Sea como fuere, el caso es que estoy a mitad de junio sin saber mucho que escribir.

Pude volver a Madrid en el marco de la nueva normalidad. Seguía sin camisetas, polos ni pantalones cortos y con la mitad de mi material informático lejos, así que la visita, según se acercaba el verano, iba haciéndose inminente.

La búsqueda de piso resultó infructuosa. En unos porque al tener perro guía en un futuro inmediato me descartaban y, en otros, los más, porque los descartábamos nosotros  por ser cuevas dignas de ser el hábitat natural de un orco. De un jodido orco. Cuanto aprovechado y qué mala imagen se da de los arrendatarios. Como si la gente alquilara por placer. Acabé quedándome en mi piso de principios de la burbuja a las afueras de Madrid. Bastante bien comunicado, cerca de la universidad y lejos de la civilización.

Mis compañeras de piso se fueron y se mudó mi nuevo compañero conmigo, a la vez que me tocó adentrarme en el mundo de la búsqueda de compañeros de piso, y de hecho con su mudanza comenzó julio.

La playa y el fin de la beca

A mitad pudimos estrenar una nueva segunda residencia familiar en la playa. Esto me permitió poder volver a ver a amigos a quienes hacía mucho tiempo que no veía. No solo por la cuarentena, sino por el puro tema físico de estar ellos en alicante.

Agosto fue el mes de la continuidad. Después de un año vertiginoso, de una pandemia global, de estar aquí, y allá, y aquí de nuevo; julio y agosto fueron como el bálsamo de energía necesario de cara a afrontar la nueva temporada. No hice más que durante el mes de julio, así que hay poco que contar salvo algo muy concreto.

A mitad me comunicaron algo que yo temía, algo que esperaba y que, por otra parte, tenía esperanzas de que no pasara. Sin embargo, una semana después de volver de mis vacaciones y con un nuevo proyecto apasionante entre manos, me avisaron de que mi beca de prácticas en ILUNION terminaba porque no había trabajo que darme. Noticia que, no por esperable, dejó de ser dolorosa. Como comenté por twitter -pese a que se me tachó de ir con indirectas-, lo que me llevé fueron unos compañeros increíbles con unas ideas y ganas de trabajar brutales, gente que a nivel personal me aportó una barbaridad; y a nivel profesional me enseñó todo lo que no había aprendido en casi 4 años de carrera universitaria y con la que me quedo con la esperanza de volver a coincidir, y con la tristeza de volver a estar desempleado. Con mucho tiempo libre entre manos de repente, muy pocas ideas (y ganas) para aprovecharlo, y cierta tranquilidad al no depender económicamente en exclusiva de la beca.

La vuelta a la ¿normalidad?

Septiembre empezó con un cumpleaños sorpresa a mi amiga Lucía. Comienzo de curso, de temporada, llámalo x, de nueva normalidad a marchas forzadas mientras los contagios de Coronavirus subían, subían, subían y subían. Primer mes sin trabajo, de acostumbrarme a no tenerlo, y, a la vez, de encontrar otro como profe particular de Mac con VoiceOver y de informática para ciegos en general.

Pues al final 2020 no ha estado tan mal…

El último trimestre, sin duda, ha sido el mejor de todo el año. Algo tendrá que ver que escriba estos últimos párrafos con el tiempo apremiando, apurando la última quincena del año 2020.  A esas primeras clases particulares de septiembre les sucedieron primero un alumno, otro, algún que otro proyecto y, en general, ciertas ocupaciones que me han mantenido entretenido, laboralmente activo y muy ilusionado.

El final de 2020 han sido meses de socializar mucho con las limitaciones obvias impuestas por el COVID, de ir a clases presenciales cuando se podía y, en realidad, de reducir mucho las salidas y de estar más tiempo que nunca en casa. Si en algún momento me he puesto a disfrutar esta casa, ahora podría decir que hogar, ha sido ahora. Meses en los que de verdad ha pasado de ser solo una casa a ser un hogar, y en los que he descubierto lo que os comentaba en la introducción, que el hogar uno se lo monta, y que, si está a gusto, no necesita más. Y esto aplica tanto al hogar como al grupo de amistades y a todas esas relaciones cercanas con las que convivimos día a día.

Y de relaciones cercanas va la cosa. Y es que, cuando menos lo esperamos, cuando ni siquiera lo buscamos, llega alguien que rompe nuestros paradigmas, recupera muchas cosas y nos crea nuevas costumbres, sensaciones, sentimientos y necesidades. Y eso ella lo cumplió a principios de octubre. De momento no hablo más, , pero su destinataria sabe que esto va por ella y que la quiero fuerte. Quien conoce, sabe de qué hablo. Quien no, sabrá pronto. Y hasta aquí puedo leer.

Creo haber logrado varios objetivos. Para empezar, el mantener el blog, perfil de LinkedIn y podcast actualizados. Para continuar, me propuse tener trabajo durante este año, y objetivo satisfecho con creces. Y, para seguir, empecé a ordenar mi agenda de contactos con nombres, apellidos y fichas súper organizadas, y fue un proceso que terminé en abril. Sigo leyendo, un poquito menos, y oyendo muchos más podcast y viendo muchas más series chorra.

Y, además, otro de mis logros. Quizá más importante. el año pasado por estas fechas comentaba que quería ser más constante, abarcar menos, pero apretar al máximo todo lo que abarcara. ¡Reto conseguido! Me doy por más que satisfecho. Creo haber mejorado mi constancia y creo ser consciente de ello porque se plasma en lo que hago y en como lo hago. Estoy contento, los resultados son mejores y creo que, en este sentido, ha sido un triunfo total. Eso sí. Una de cal y una de arena, porque me propuse llegar a más gente con los contenidos que publico y eso no tengo muy claro que haya sido así. Pero el truco está en seguirlo intentando, ¿no?

¿Y para 2021, qué?

Aunque para 2020 me propuse objetivos, que, como os comentaba, en buena medida se cumplieron. No quisiera dejar de plantearme objetivos plausibles para 2021.

  1. Conseguir unos ingresos uniformes y más o menos de las clases, mientras no salga nada mejor.
  2. Que salga un mejor trabajo y, de forma más residual, mantener algunas de las clases con los clientes de más confianza.
  3. Ser más ordenado con el dinero. Controlaba y categorizaba (más o menos) lo que me gastaba y (un poco menos) lo que ingresaba. Ahora estoy haciéndolo mucho más a raíz de empezar a leer sobre dinero y educación financiera. Asimismo, tratar de aprender sobre electricidad o gas, tarifas, regulaciones etc. de cara a ajustar mi gasto.
Y, además, en este sentido, no tele a gastar dinero. Por supuesto con moderacion, pero hay cosas que es imprescindible comprar y a mí me costaba. No es ser desprendido, es entender que el dinero per se no es un fin sino un medio.
  4. Ahorrar (preahorrar, concretamente, mediante el clásico págate a ti primero) y aprender más sobre inversiones. En 2020 metí dinero a un fondo indexado para ver qué tal funcionaba la historia, aprovechando que My Investor es mi cuenta de ahorro y que las condiciones y manejo que ofrece de los fondos están muy bien. Y estoy moderadamente contento. Así que quiero seguir invirtiendo y aprendiendo como una forma de ganar ingresos por otro lado.
  5. Quizá aprender de bolsa, acciones y dividendos y empezar a invertir en ellos, o también de criptodivisas.
  6. Cuidar más a la gente que me rodea. Amigos, sobre todo, que. Nadie se sienta descuidado o que pueda no pasar nada si hay algún amigo con quien no hay una relación híper continuada.
  7. Cuidarme y cuidarnos. Intentar protegernos del Coronavirus de la forma que podamos. Si no nos protegen los poderes públicos pese a que deberían, tendremos que hacerlo nosotros.
  8. Entretenerme más e intentar ser menos productivo cuando no toca. Y, en este sentido, no tocar el portátil el fin de semana si puedo evitarlo, y aprovecharlo para estar con amigos si es posible, entretenerme o, en definitiva, hacer otras cosas. He aprendido que portátil implica trabajar y me pone en modo trabajo. Si el fin de semana no tengo nada del trabajo y/o la universidad que hacer y estoy con el portátil, es como si no cambiara nada entre la semana y el fin de semana. Así que intentaré usar el portátil menos y aprovechar el fin de semana para cosas como disfrutar con gente dentro de lo que permita la situación, leer, ver series, etc., pero alejándome de cualquier cosa que huela a trabajo, estudios y productividad en general si no es imprescindible.
Y, en este sentido, leer más y ver más series.
  9. Potenciar (mucho) Amazon Afiliados. Durante este último trimestre he tratado, además de de hacer dos especiales por los Prime Days y el Black Friday / Cyber Monday, mantener actualizados los chollos diariamente en el Twitter de @trastosvarios. Tanta dedicación se ha notado a nivel de ingresos, y he visto algo que no me supone mucho esfuerzo y que me es útil y rentable. Si he sido bueno siempre recomendando tecnología, por lo menos que las recomendaciones me reporten algún beneficio.
  10. En este sentido, tratar de plantearme como publicar ofertas en otros formatos. No sé si el formato es lista de WhatsApp, canal de Telegram o algún tipo de versión web (post diarios, periódicos o lo que sea aquí o en otro sitio), pero sí creo que debo darle una vuelta.
  11. Dar más bola al contenido que hay en esta web. En este sentido, estoy publicando en redes sociales artículos ya publicados aquí como una suerte de remember de lo que ya publiqué, como una forma de que vuelvan a leerse y a retuitearse.
  12. Organizar mi porfolio de periodista. No vale con dar mi blog y que las empresas ahí, porque es obvio que cuanto más hagas esforzarse a un reclutador para contratarte menos ganas tendrá de hacerlo, así que quiero organizar mi contenido periodístico en un porfolio en condiciones que me permita enviarlo en conjunto con el CV.
  13. Y todos los que se me vayan ocurriendo por el camino 😉

 

Feliz final de año 2020. Feliz entrada a 2021. Si 2020 fue malo para ti, ojalá 2021 sea bueno. Si 2020 fue bueno para ti, ojalá 2021 sea mucho mejor. Sea como fuere, suerte, ánimo, feliz año para todo el mundo, ojalá 2021 sea tu año, ese en el que consigas cumplir todas tus metas y objetivos y en el que todo te vaya bien. ¡a por todas! Cuidaros, bebed agua, abrigaros que hace frío y quered y mimad a los vuestros.

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